15/02/2018

Regurgitación tricuspídea

No siempre se tiene un embarazo de libro perfecto, eso bien lo sé. Ésta vez tampoco.

El 14 de Febrero (ayer) tuvimos la ecografía del primer trimestre, la que se hace a las 12 semanas de gestación. Para mi sorpresa no fue por vía vaginal, como en el anterior embarazo, sino que me la hicieron abdominal. En parte mejor, porque la verdad es que no apetece nada y es bastante incomodo. Fue lo primero, mientras la doctora me iba haciendo preguntas sobre mi estilo de vida la auxiliar me tumbaba en la camilla y me ponía el gel conductor.

Estuvo mucho tiempo mirándole. Para empezar nos tranquilizó echando un vistazo rápido, pudimos ver cómo pegaba un brinco que lo dejó flotando en el útero por un segundo. Oímos su corazón y entonces giró la pantalla y se puso a escudriñar su cuerpecito. No pude evitar mirarla todo el rato, tratando de adivinar por su expresión facial si las cosas iban bien o mal: arrugaba los ojos, ladeaba la cabeza, medía… y asentía. “Vale” y “muy bien” se oían susurrados cada dos minutos, a veces más seguido. No se el tiempo que estuvo, pero se me hizo eterno. Hubo un momento en el que no se qué estaría mirando, pero el mando del ecógrafo me presionaba mucho y noté como se movía. Quizás estaba molesto porque en la pantalla se vio como brincaba con fuerza, y una de esas la noté. En esta ecografía te miran hasta las arterias que riegan la cavidad, la derecha, la izquierda, los vasos del cordón… todo. Para finalizar nos lo volvió a enseñar: eso es la cabeza, la columna… tiene una manita aquí al lado, la otra la está levantando… las piernas, no paraba de moverlas y fue un alivio. Las estiraba, le vimos los pies, las rodillas… y de golpe se cansó, se dio la vuelta y se quedó de espaldas a nosotros. Ala, se acabó el show.
Ya en la mesa me dijo que estaba todo bien, que el cribado tanto por análisis como combinado daba un riesgo muy bajo de trisomias y que podíamos estar tranquilos, obviamente siempre hay riesgo pero no vale la pena hacer amniocentesis y su 1% de riesgo de aborto. Todo bien excepto por una cosa: detectó que una válvula del corazón no cierra. Me explicó que en la gran mayoría de casos es debido a la inmadurez del feto y que remite solo, pero que dentro de cuatro semanas nos volverían a ver y el cardiólogo examinaría con detenimiento su corazoncito. No es una cardiopatía me repitió, lo más seguro es que la próxima vez no encontremos nada. Igualmente por el mielomeningocele de Dàlia esa ecografía estaba programada, así que nada se sale del plan inicial, solo que ahora además de mirarle bien la columna le mirará también un especialista en cardiología fetal.
En el despacho contiguo otra doctora nos comentó que todos los análisis habían salido bien, sigo siendo toxonegativa así que tengo que continuar con las precauciones de la carne cruda o curada y no acercarme mucho a la arena de los gatos. El test de O’Sullivan me salió dentro de los límites, no puedo hacer excesos pero todo marcha bien. Llegados a este punto no pude evitar preguntarle a la doctora qué pasaba si la válvula no mejoraba en la siguiente ecografía. Me miró asombrada y literalmente me dijo: -cerrará-. Yo le repetí: -sí, pero ¿y si no lo hace?- Cerrará- me repitió. Yo no estaba conforme y repetí: -bien, pero pongámonos en lo peor, ¿si no cierra solo hay solución?- ¿Intrauterina o extrauterina?- preguntó ella entonces, y le contesté: -la que sea- Ella me miró convencida y dijo: -si-.
Quizás fui algo exagerada y me puse en lo peor enseguida, pero la última vez que me dijeron que había una “cosita” acabé perdiendo a mi hija. Estoy segura que cerrará, en este caso existe una altísima probabilidad de que cure solo, y aunque no lo hiciera hay soluciones médicas, por lo que por el momento no tenemos de qué preocuparnos más allá de comer sano y no hacer el burro.

Ya en casa, repasando y leyendo el informe me di cuenta que habían visto que la placenta está baja, supongo que es algo que con el tiempo mejora solo también y de hecho se que es algo que no es preocupante hasta la semana 35 y eso queda bastante lejos aún.

Nos fuimos sin saber qué sexo tiene, la doctora ni siquiera hizo referencia a “puede ser o parece que” pero eso es algo totalmente secundario a estas alturas. Solo de pensar que podemos repetir experiencia me deja sin aliento, pero estoy confiada. Hay una solución.

Tenemos a nuestro arcoiris de camino, cada vez voy siendo más consciente de él o ella. Cada vez veo más posible acabar el verano con este bebé en brazos, solo quiero que todo vaya bien. Lo necesito.