02/10/2018

Aislada

Prometí ponerme al día de todo lo que me ha pasado por la cabeza y no había contado aún. En diferido no es lo mismo, pero siento que tengo que contarlo ya que es algo que no he soltado en su momento y siento que es como una espinita.

No se ni por donde empezar, el embarazo ha sido difícil desde el primer momento pese a que todo estaba bien. Físicamente he estado como una rosa y ojalá pudiera decir lo mismo de mi estado emocional, pero lo cierto es que ha sido un verdadero desastre:

Al miedo innato a que en cualquier momento te digan que algo no va bien se le suma el miedo a que ocurra lo que le ha ocurrido a los demás, desde un embarazo anembrionario (cosa que por suerte descartamos en la semana 7 pero que hasta la fecha preocupaba) hasta la frase que más temes junto con la de “hay una cosita”, el “no hay latido”. Te preocupas, constantemente. Cada vez que haces un esfuerzo, cada vez que te estresas o lloras, cada vez que sientes menos movimiento de lo normal. Había días que me pasaba desde que me levantaba hasta la hora de comer preocupada porque no se había movido o al menos yo no lo había percibido. Siempre me ponía en lo peor ya que en ese momento no piensas ni en patrones de sueño ni en que la placenta es anterior ni en que tu bebé no es algo que sistemáticamente esté pegando patadas.

Pero lo peor ha sido (y sigue siendo) esa sensación de que no encajas en ningún sitio. Tuve mucho tiempo la sensación de que no hacía nada bien, de hecho aún la sigo teniendo a veces. No conmigo, ni con mi familia, sino con el entorno menos directo. Me he sentido muy alejada de mis amistades, he sentido que no encajaba en el grupo en numerosas ocasiones y se, o al menos eso creo, que no es así. Me he sentido excluida y poco a poco fui haciendo una especie de carcasa que aún me aislaba más de mis amistades, he sentido que no teníamos cosas en común y que los temas de conversación no iban conmigo o no me interesaban. Tampoco me he sentido comprendida y eso ha sido con diferencia lo que peor me lo ha hecho pasar, todos asumen que como el embarazo va bien estás alegre y contenta y se vuelcan, otra vez, en las típicas frases, pero ese tema quiero tratarlo a parte ya que es algo complicado y con peso propio.

Muchas veces me he sentido fuera del grupo pero porque también me sentía fuera de mi, como si estuviera viviendo mi vida a través de una pantalla y que al final se apagarían las luces y me habría quedado sin palomitas y a otra cosa. Ha sido tan extraño que no he disfrutado de esta etapa que no volverá a repetirse, y siento pena por ello. Es cierto que en mis planes entra tener un segundo hijo pero ese futuro (espero) embarazo no será este, será diferente. No volverá a ser un embarazo arcoiris (por favor!) aunque sé que yo nunca tendré un embarazo normal por lo que ya he expresado, la inocencia la perdí hace ya un año y medio y siempre seré consciente de todo lo que puede pasar. No será ésta hija la que llevaré en mi vientre, será alguien distinto.

Sé que la realidad es algo diferente, pero me está costando volver a ella, también es cierto que aún estoy de postparto, no he pasado la cuarentena y os juro que mi cuerpo lo mueven las hormonas, que igual es una excusa, pero ya veremos cómo va una vez recupere las riendas.

Me he sentido sola, sin vínculo con mi bebé hasta que no fue tarde y no me he permitido disfrutar. Matizo: no he disfrutado en general, pero cada movimiento, cada eco satisfactoria han sido tan intensos que he procurado atesorar esa sensación para que no se me olvide nunca, igual que nunca olvidaré el olor que desprendieron mis hijas al nacer, tan dulce y tan visceral.

Y en la soledad me he terminado de conocer.

Mi mundo no es el mismo que era. No querría estar en otro lugar.