23/08/2019

Bebé arcoiris

Cada vez son más conocidos los términos “bebé estrella” y “bebé arcoiris”.

Hace un rato, mientras revisaba mi muro de Facebook sin interés me he topado con una imagen que , pese a no haber estado diseñada con esa idea, ha sido capaz de hacer visible lo que un bebé arcoiris representa.

La imagen pertenece a @pascalcampionart y me ha hecho mirar a mi hija, que duerme tranquilamente en el sofá a mi lado, y sonreír.

Luz.

Es luz. Una luz que alumbra la oscuridad en la que estás sumergido desde que te despediste de tu bebé estrella. Una oscuridad que sigue persiguiéndote allá donde vas, porque la llegada de un nuevo bebé no hace que la tristeza, el dolor y la pérdida desaparezcan. Suele pensarse que un nuevo embarazo y un nuevo bebé lo curan todo, nada más alejado de la realidad puesto que tu nuevo hijo o hija no es una substitución del/la que perdiste. Es otra persona, diferente, es otro hijo y nunca será el que se fue. Sin embargo su llegada hace que tu casa vuelva a iluminarse y que tu corazón se caliente de nuevo. Es tu fuente de energía, el faro hacia el que navegas después de que las olas del duelo han intentado ahogarte sin conseguirlo. Por el que ríes, al que le das todo el amor que no pudiste dar cuando te quedaste con los brazos vacíos.

Como en la ilustración, es el centro cálido en una habitación que ha conocido el frío más penetrante.

Es esa luz de esperanza al final del camino.

Es, como su nombre indica, el arcoiris tras la tormenta.