Seamos sinceros. ¿Cuántas veces nos han advertido de lo duro que es tener hijos? Cientos. Llevo tiempo dándole vueltas a la idea, cada vez que veo un artículo con las cosas que no te cuentan de la maternidad me dan ganas de potar. Así de claro.
Hay mil y un blogs y artículos sobre la parte más dura que nadie nos cuenta, la parte más mala y, oye, soy muy fan de los que dicen lo horrible que es cuando se despierta la zona del desgarro y que has de lavarte los puntos cada vez que vas al baño, o que cuando te duchas los primeros días la sangre puede llegarte a los tobillos. Todo eso es real: los entuertos, la episiotomia, la subida de la leche, las grietas en los pezones y el dolor de espalda. Lo recuerdo todo, sobretodo la sangre cayendo por mi pierna hasta el suelo del baño y el dolor de brazos del esfuerzo del expulsivo agarrada al potro.
También te dicen que no volverás a ducharte cuando quieras o lo necesites sino cuando puedas, lo mismo que ir al baño. Decídmelo a mí, que salgo a la calle sin peinarme y con el pelo al límite y que he entrenado a mi colon irritable a que se evacua cuando se puede, sin horarios.
Recogerás la casa con un pañuelo de porteo o con el llanto de tu hija de fondo porque se aburre, pasarás el mocho con una mano porque total, aún no gatea y vas a preferir quedarte en la cama jugando con ella.
Creo que no tengo que seguir, todos hemos leído ese tipo de artículos. Artículos que aún espero que digan que te quedarás calva pero que se pasará.
Pero, ¿es realmente la parte mala y dura de la maternidad? Qué es peor, ¿que te falte la líbido o que te falte el bebé?
Ah. Que eso no lo cuentan.
Puede ser duro, muy duro y los que tenemos hijos lo sabemos, pero nadie te dice que lo peor no es eso, sino que lo peor es que te llegue la sangre a los tobillos y que en tu cuna no haya nada. Los entuertos sin nadie a quién abrazar. Que te enseñen a tu bebé y se lo lleven para no volverlo a ver, pasar cumpleaños, aniversarios, fechas importantes sin nadie en tu regazo.
Eso, que no es otra cosa que la parte mala de ser madre, no lo cuentan y no porque no pase, porque realmente pasa muchísimo más de lo que nos gustaría, sino porque la muerte, en todas sus formas, sigue siendo tabú en ésta sociedad. Te quedas embarazada y todo el mundo da por sentado que acabará bien, nadie nos dice en las visitas que algo puede ir mal o que las estadísticas dicen que uno de cada cuatro fetos va a morir dentro de su madre. Te plantas en las ecografías pensando que vas a ver a tu bebé y ni te imaginas la de cosas que van a revisar. Muchas veces he oído que hasta que no pasas el primer trimestre no estás “a salvo” y la verdad es que tenemos mucho más interiorizado que si pasa algo esos tres meses es más normal, que si llegas a la primera ecografía y está todo bien no tienes de qué preocuparte. No te dicen que en la siguiente, en la de las 20 semanas en pleno segundo trimestre a muchas parejas les dicen que algo no va bien en el desarrollo del feto, su bebé, porque ya es un bebé con sus manitas, sus pies, sus orejas y sus órganos internos.
No nos cuentan la verdad, nunca, nadie, sobre lo dura que puede ser la maternidad. Porque sí, aunque no tengas a nadie a quien cuidar eres madre. Tu útero se retrae y pasas la cuarentena sangrando. Tus pechos se llenan de leche si no te dan las pastillas para cortarla y eso no es nada comparado con el agujero que te queda en el pecho cuando te arrancan el corazón y se lo llevan para enterrarlo junto con tu hijo.
Basta ya de mentiras: la parte mala de la maternidad, la que nunca nadie te cuenta no es esa en la que no puedes lavarte el pelo cada día o depilarte. La parte mala de la maternidad es aquella en la que tu cuerpo quiere cuidar de un bebé que no existe.