Durante el embarazo de Dàlia me apunté a un montón de páginas, algunas con promociones del estilo “te mandamos un regalo de bienvenida cuando tu bebé nazca” y muestras varias. Me borré de muchas, pero no de todas. Me han seguido mandando a casa la revista “Mi bebé y yo” y las tengo todas apiladas sin desprecintar porque vi que podía ser útil en algún momento futuro.
Bajamos a Correos (donde vivimos no sube el cartero, así que bajamos cada X tiempo a ver si hay algo en la carpeta o nos llaman si hay paquetes) ya que llamaron a mi pareja porque había un paquete para él, y ya que estábamos revisamos si teníamos correo ordinario. Para mí había dos paquetitos de Nestlé. A priori no le di importancia, pero ya en la calle miré bien de qué se trataba mientras buscaba por dónde meter el dedo para abrirlo: en el sobre ponía “Mi primera papilla” y en un circulo en la esquina decía “a partir de 4 meses”. Me costó reaccionar hasta que finalmente estallé en llanto: acababa de recibir las primeras cosas de Dàlia, efectivamente tendría 4 meses en estas fechas. No supe reaccionar de otra manera, me quedé en medio de la plaza llorando con los sobres en la mano y con mi marido al lado sin saber por dónde venían los tiros. Menos mal que es mi consuelo, me abrazó con fuerza y dejé de llorar enseguida. En el otro sobre había una carpetita de plástico, supongo que para los papeles del médico, una pegatina de “bebé a bordo” y no recuerdo qué más. En realidad no es tan desafortunado, no teníamos nada de eso (aunque tengo que decir que la pegatina de Nestlé no es que sea especialmente de mi agrado, muy cuca con el osito pero realmente no se si la llegaremos a poner o me haré con una que realmente me guste) La papilla como no me la coma yo… caduca este Marzo.
Para compensar me apunté a una web que regala una canastilla a los primeros suscriptores y la fui a recoger, ésta vez esto es para el guisante.
La matrona me dijo que tengo que aprender a disfrutar de nuevo, que no es justo que me pase todo el embarazo preocupada, no lo es ni para mi ni para el bebé. Sin embargo hay días que cuesta, sobretodo si echo la vista atrás y me invade lo que no tengo, porque aunque no esté ni vaya a estar me sigue pesando en el alma y aunque soy consciente de que tengo que centrarme en mi presente y en que voy a traer un niño o niña sano a este mundo, no puedo evitar pensar como sería mi vida ahora si no hubiese conocido el significado de las siglas “ILE” o el dolor de la muerte gestacional. El hecho de no poder decidir si darle o no papilla de arroz a los 4 meses me vuelve a recordar mi enfado con el mundo por no poder no ponerle pendientes o no poder enseñarle el tacto de la hierba, a hablar, a andar y a todo. Sigo cabreada y a la vez estoy feliz porque volvemos a coger camino y eso significa que estoy andando: he salido del pozo. El cielo está repleto de nubes de tormenta, pero se que al final está el arcoiris esperándome.
No, no comerá papilla a los 4 meses.