31/07/2017

¿Qué aconsejas?

El mes pasado os hablé del duelo incomprendido. Tu como madre que eres lloras la pérdida de tu hijo, pero la gente no entiende (en su mayoría) que lo hagas del mismo modo que llorarías a un padre, un amigo o un familiar, ya que al no haber nacido o haber muerto durante las primeras horas no conocías a esa persona. Cuando se trata de muerte gestacional todavía se entiende menos, pero lo cierto es que aún no estando completo, era tu bebé y no sólo lloras por él, sino por lo que habías construido para él.

En esta entrada quiero compartir las cosas que me han dicho y por qué la han cagado tanto al decírmelo:

·“No es lo peor que podía pasarte”. He tenido a mi hija fallecida en brazos. Tan solo pesaba 425 gramos, pero reconocí sus facciones. No me consuela pensar que si hubiese pasado más adelante sería peor, porque las expectativas que pones se esfuman para siempre.

·“Sois jóvenes, podéis tener más”. Un hijo no es un bizcocho que se ha quemado y con hacer otro substituyes el anterior.

·“No pienses en ello, cuando te acuerdes piensa en otra cosa”. Es imposible no pensar en ello. Relajarte y hacer como si no pasara nada es algo que no entra en la cabeza de una mujer que ha perdido a su hijo.

·“No llores / no estés triste”. ¿Se te ocurriría decirle a alguien que ha perdido a su madre que no llore? La tristeza es parte esencial del duelo, llorar y expresarla es vital para que la persona afectada sane correctamente. Si te molesta verme llorar porque no sabes qué hacer tienes dos opciones: abrazarme o largarte.

·“Es mejor ahora que más adelante”. Si, es mejor cuanto antes porque las secuelas físicas son menores. Psicológicamente hablando, da igual el momento, es igual de doloroso.

·“Mi prima/vecina/alguien tuvo un aborto y lo suyo fue peor”. Lo último que necesito es que me hagas sentir que soy una exagerada. Con todo el respeto, me da igual lo que le pasó a tu prima.

·“Con el tiempo te olvidarás.” FALSO. Con el tiempo dejará de dolerme, nunca olvidaré que tuve una hija.

·“Todo pasa por algo”. Me parece muy bien esa filosofía, yo soy de las que pienso que todo tiene un motivo pero de verdad me gustaría saber qué ha pasado o qué pasará para que el precio a pagar haya sido la vida de mi hija. Ésto, quizás, puedes decirlo cuando ha pasado un tiempo y se ha avanzado en el duelo, pero en el momento en que falta hasta el aire no sentará bien.

Es difícil comprender el duelo gestacional, lo sé. Somos una sociedad de mucha palabra y poco hecho y en este caso encontrar las palabras adecuadas es una tarea complicada que no siempre hace el efecto que deseamos, pero en casos tan delicados como es este una palabra mal dicha puede suponer una gran decepción y hasta la pérdida de una amistad. Si no sabemos qué decir, no hace falta hacerlo: el mejor acompañamiento que puedes hacerle a una persona que ha perdido a su hijo es escuchar, porque todos entramos en una fase que cuanto más contamos qué ha sucedido y cómo, más se diluye el dolor, es como si se esparciera, lo compartes y a ti te duele menos. Nadie quiere escuchar cómo era tu pequeña, qué hicisteis cuando os la trajeron y no dejan que te recrees en el momento, pero eso es lo único que vas a tener tu bebé, el momento que estuvisteis juntos y fuisteis una familia. Por eso cuando nos encontramos frente a alguien con esta situación, lo que debemos hacer es abrir las orejas y los brazos y cerrar la boca.

Efectivamente, el tiempo hace que sea más fácil cada día y llegará un momento en que esa persona volverá a parecerse a la que conocías, pero para llegar a eso necesitará mucho apoyo, comprensión y pañuelos. ¿Quién en su sano juicio no lo daría?